lunes, 21 de febrero de 2022

Sylvia

Ballet en tres actos, con coreografía de Louis Mérante y música de Léo Delibes (1836-1891), estrenado el 14 de junio de 1876 en París. En muchos sentidos, Sylvia ou La Nymphe de Diane es un típico ballet clásico, si bien tiene muchas características interesantes que lo hacen único. Sylvia es notable por el escenario mitológico de la Arcadia, sus creativas coreografías, su amplia escenografía, su gran influencia en las artes y, sobre todo, su notable partitura, que fue y aún es reconocida por su grandeza. 

La obra de Delibes es, ciertamente, el aspecto mejor apreciado del ballet por su innovación, creatividad y madurez. La coreografía de Mérante también fue considerada bastante revolucionaria y adelantada a su tiempo, y junto a Coppélia (1870), está considerado como uno de los primeros ballets modernos.

El mismo Chaikovski puso énfasis en la ingeniosidad de Sylvia a su amigo y colega Sergéi Tanéyev, considerándolo «...el primer ballet, donde la música no sólo es el principal interés, sino el único. ¡Qué encanto, qué elegancia, qué riqueza melódica, rítmica, armónica!».​ Si bien este comentario parece ser algo hiperbólico, dice algo muy importante de lo singular que tiene el ballet. La partitura de Sylvia es variada y rica, y sobresale, poniendo la atención en la escenografía, los bailarines y el vestuario.

Esta partitura es famosa por dos secciones en particular, el "Preludio" al primer acto y el "Pizzicati" en el tercero. La última, la más conocida, es un ejemplo muy popular del estilo pizzicato.

El libreto de Sylvia es considerado como uno de los puntos débiles del ballet. La trama en esencia no tiene mucha acción ni es particularmente cautivadora. De hecho, cuando Frederick Ashton recoreografió el ballet en los años 1950, reescribió la historia para hacerla más interesante. El ballet comienza con una escena de adoración en la que las criaturas del bosque danzan ante el dios del amor, Eros. Aminta, un humilde pastor, tropieza con ellas, interrumpiendo su ritual. Entonces Sylvia, objeto de deseo de Aminta, llega a escena junto a su grupo de cazadoras para burlarse de Eros. Aminta procura esconderse, pero Sylvia descubre a su acosador e, irritada, dispara su arco hacia Eros. Aminta protege a la deidad y por ello queda herido. En respuesta Eros dispara a Sylvia, quien queda herida, no gravemente, pero lo suficiente como para ser conducida fuera de escena.


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